miércoles, 2 de marzo de 2011

TRABAJO PARCIAL 1

INSTITUTO LATINOAMERICANO DE LA COMUNICACIÓN EDUCATIVA

CENTRO DE ESTUDIO EN COMUNICACIÓN Y TECNOLOGÍAS EDUCATIVAS





MAESTRÍA:                          COMUNICACIÓN Y TECNOLOGÍAS
                                                EDUCATIVAS

ALUMNO:                             CARLOS ANTONIO ALONSO GONZÁLEZ

TUTORA:                              MARÍA DEL ROSARIO FREIXAS FLORES

TITULO DEL ENSAYO:      LA ÉTICA PROFESIONAL DEL INVESTIGADOR EN LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN: EL PROBLEMA DEL PLAGIO


SEDE:                                   ILCE-PUENTE








La ética profesional del investigador en la sociedad de la información: el problema del plagio


Resumen


La comunidad académico-científico tiene retos éticos por superar tal es el caso del plagio académico, sobre todo, cuando se encuentra inmersa en la sociedad de la información. Es en este sentido que en la inmensa cantidad de información, que provee la sociedad de la información, algunos pseudocientíficos ven la oportunidad de apropiársela y publicarla como propia, de ahí que sea necesario aproximar a la lectura y escritura a nuestros alumnos con la finalidad de que en el futuro tengamos investigadores técnica y étciamente capaces de evitar el plagio.

Introducción


Sin duda el quehacer profesional de prácticamente cualquier disciplina en México y en el mundo  ha representado progresos; de esta manera la Arquitectura, Ingeniería, Matemáticas, Medicina, Psicología, Pedagogía, Comunicación, Economía,… y la investigación implícita en cada una de estas disciplinas han hecho aportaciones significativas en el área que les compete. 
Sin embargo, es evidente que la generación de nuevo conocimiento requiere, hoy más que nunca, en el contexto de la sociedad de la información: compromiso, dedicación, responsabilidad, honestidad y, en general, de lo que se ha dado por llamar ética profesional. Es aquí donde estriba la importancia del presente ensayo con el que pretendo compartir una serie de reflexiones respecto al plagio y la ética profesional del investigador en el contexto de la sociedad de la información. Para este fin, el ensayo tiene dos apartados: el primero, ¿Qué es la ética profesional?, expongo el concepto y algunas implicaciones de la ética profesional para el investigador. En el segundo apartado, El plagio en la sociedad de la información, pongo de manifiesto la oportunidad que ven algunos “investigadores” en la accesibilidad a una inmensa cantidad de información para cometer plagio, además, aproximar a la lectura y escritura a los alumnos, de los diferentes niveles educativos, para que en el futuro tengamos científicos técnica y éticamente capaces de evitar el plagio.

¿Qué es la ética profesional?

Cuando un profesor no prepara sus clases, un Ingeniero-arquitecto da indicaciones de usar material económico para la construcción, un médico no trabaja con las medidas de higiene mínimas necesarias, un comunicólogo da verdades a medias para manipular a la gente o cuando un investigador manipula el proceso y los resultados de su investigación para beneficio propio o de terceras personas, entonces, no es raro que se conviertan en sujetos de crítica debido a su falta de ética.
En este sentido, la ética refiere a un conjunto de valores morales que permean la integridad de un individuo y que se observan en la toma de decisiones para su correcta actuación en la vida social. Al respecto, Buendía y Berrocal (2001) sugieren que la ética concierne o nos concierne a todos, en la medida en que implica la toma de decisiones.
Ya en el ejercicio de una profesión la ética adquiere especificidad y se renombra como ética profesional. De esta manera ingenieros, arquitectos, economistas, comunicólogos, psicólogos, maestros y todos aquellos profesionistas rigen su actuación por la así llamada ética profesional. Pero, ¿qué implica la ética profesional del investigador?
Es evidente que todos aquellos sujetos quienes nos dedicamos a una actividad profesional día con día nos enfrentamos a un sinnúmero de decisiones que tomar. En el caso de los profesores, por ejemplo, ¿llego temprano o no con mi grupo?, ¿diseño o no mis situaciones didácticas?, ¿asisto o no a mi curso de actualización?, etc. Al respecto, coincido con Silva (2001. Cit. En Silva, 2002, p. 7) cuando plantea que la ética, en el sentido profesional, tiene que ver íntimamente con nosotros. Ella está directamente vinculada con la calidad moral de nuestro trabajo. Está implicada en el modo de llevar a cabo nuestro quehacer e implica entrega vocacional, responsabilidad, honestidad intelectual y práctica (relativa a lo que sabemos y lo que hacemos).
Es así que la ética profesional del investigador debe trascender, pues la variedad de consideraciones respecto a lo que se considera correcto e incorrecto en la investigación científica es inmensa porque el problema, como plantea Savater (2001, p. 5) es que no existe una realidad moral objetiva.
Es entonces que se vuelve necesario consensuar las actitudes éticas del investigador que deberán reflejarse en el proceso y resultado de cada investigación producto de su quehacer y, en este sentido, los llamados códigos de ética no sean recetarios de la actuación investigativa, sino, que en ellos se reflejen las convicciones del investigador que orienten su desempeño profesional.
Sin duda, la ética profesional del investigador requiere de un recto proceder en el proceso de planteo y solución de problemas (Bunge, 1972. Cit. En Tarres y otros), pues de otra manera no sólo denigra su imagen o se deja de ser confiable, sino, que obstaculiza el desarrollo del conocimiento y exacerba el problema de la incomprensión que plantea Morin (1999).
Es por esto que la ética del investigador debe orientar a cada una de las actividades que dan forma al proceso de investigación, entre otras: el empleo respetuoso de las referencias bibliográficas, la objetividad en la recolección, el procesamiento y la representación de los datos, la honestidad y equidad en la solicitud de subsidios, la redacción accesible en las publicaciones, la veracidad en la presentación de los antecedentes académicos. (Tarres y otros, 2005)
Es así que la comunidad académico-científica tiene retos de carácter ético por superar, sobre todo cuando nos encontramos inmersos en la llamada sociedad de la información.

El plagio en la sociedad de la información

La comunidad científica, hoy más que nunca, se encuentra frente a retos de carácter ético por superar, sobre todo cuando el mundo se encuentra inmerso en la llamada sociedad de la información. Pero, ¿qué características tiene la sociedad de la información?
La sociedad de la información tiene un sinnúmero de características, sin embargo, considero que las más sobresalientes refieren a:
a)    Se dispone de una apabullante y diversa cantidad de datos
b)    Los nuevos instrumentos de información, o al menos sus contenidos, los encontramos por doquier.
c)    La comunicación, salvo fallas técnicas, se ha vuelto instantánea.
d)    En la internet podemos conocer contenidos de toda índole. (Trejo, 2001)
Es así, que la sociedad de la información permite a estudiantes, investigadores en formación y a investigadores ya formados acceder a información de tipo científico, de cualquier región del mundo e incluso en el idioma de su preferencia.
Esta accesibilidad representa, por un lado, la oportunidad de tener a la mano textos académico-científicos publicados, por ejemplo, en revistas digitales especializadas en alguna disciplina científica y con esto apoyarse para hacer investigación de calidad. Pero, por otra parte, también se encuentran aquellos pseudocientíficos oportunistas quienes encuentran en aquella inmensa cantidad de información, valga la redundancia, la oportunidad de apropiarse de ella y de presentarla como suya.
Es aquí donde surge el plagio, es decir, aquella forma de deshonestidad intelectual que consiste en omitir las citas bibliográficas de trabajos de otros autores para resaltar el mérito propio. (Benítez, 1988, cit. En Rojas, 1992)
Lamentablemente este tipo de prácticas, como ya se hizo alusión, no solamente la ejercen los estudiantes para entregar sus trabajos escolares, peor aún, no pocos investigadores quienes carecen de ética profesional también la ejercitan como el caso que comentan Howe y Moses (1998, cit. En Buendía y Berrocal, s.f.) sobre un autor jordano, que llegó en 1977 a Estados Unidos a realizar un postgrado en investigación médica. Publicó en una revista prestigiosa un artículo sobre el cáncer que previamente había sido publicado por otro autor en una revista japonesa. Pero, todavía peor, dicho investigador no había conseguido el grado de licenciado en su país y había falsificado la documentación.
Dado este tipo de situaciones resulta imprescindible que la difusión de los resultados de la investigación que se realiza se publique en revistas con arbitraje y la participación en congresos. (Yuren e Izquierdo, 2000)
Además es inevitable mencionar que aquel “investigador” que comete plagio no minimiza su condición de investigador, sino, que deja de serlo para convertirse en un ladron de la investigación. (Cfr. Rojas, 1992 y Silva, 2002)
El plagio, sin duda, es un problema que obstaculiza el avance científico y que, seguramente, se ha incrementado en las últimas dos décadas con el advenimiento de la sociedad de la información. Es entonces que me pregunto ¿cómo poder evitarlo, qué acciones debemos emprender?
Bien, en general, las fuentes consultadas plantean y sugieren:
a)    La formación en valores es sumamente importante; inicia en la infancia y atañe a la sociedad y a la educación formal. (Tarres y otros, s.f.)
b)    El compromiso ético es relevante, sin embargo, éste no se adquiere por el hecho de haber elegido la profesión de investigador, es cuestión de convicción. (Silva, 2002)
c)    Se cree que el estudiante va aprendiendo a ser honesto al aprender a hacer ciencia. La cercanía de otro investigador y el trabajo en grupo de investigación se juzgan convenientes, pues con ello se tiene la oportunidad de conocer problemas éticos. Además, se sugiere difundir los resultados tanto en congresos como en publicaciones (Yuren e Izquierdo, 2000)
d)    Siguiendo a Rojas (1992) también se debe dar crédito, es decir, citar de forma correcta las ideas de otros autores.
Particularmente, considero que para prevenir el plagio es necesaria la acción sinérgica de lo anterior aunado a la posibilidad que tengan los alumnos de los distintos niveles educativos de aproximarse a la lectura y escritura, esto es, que los profesores abran la oportunidad, dentro de la disciplina que les compete a cada uno, de que los estudiantes lean a autores diversos y escriban textos de su creación. Sin duda, esto dará la ocasión, por un lado, a los estudiantes de escribir textos propios y de no esperar hasta la licenciatura o el postgrado para hacerlo. Por otro lado, a los profesores permitirá analizar con el grupo aquellos trabajos que considere pertinente para, entre muchas otras cosas, concienciar al alumnado respecto a la importancia de dar crédito, en los textos que escribe, a las ideas de otros autores. Seguramente, este tipo de actividades son un reto para los docentes, sobre todo, en ciudades como el Distrito Federal y su zona metropolitana, donde el número de alumnos que se atienden por aula es elevado, sin embargo, vale la pena hacer el esfuerzo con la intención de que gradualmente se pase de una ética escolar a una ética profesional de los futuros investigadores; la cual impactará de forma positiva en los resultados de investigaciones creativas e innovadoras en beneficio de la humanidad.
Es evidente que la sociedad de la información plantea retos éticos por superar tal es el caso del plagio académico. No cabe duda que los maestros tenemos la posibilidad de aproximar a la lectura y escritura a nuestros estudiantes con la finalidad de que, nuestros futuros investigadores, sean individuos técnica y éticamente capaces de evitar el plagio.

Referencias
Buendía, L. y Berrocal, E. (2001) La ética de la investigación educativa. @gora digit@l, (1). Recuperado el 16 de febrero de 2011 de http://www.uhu.es/agora/version01/digital/numeros/numeros_ppal.htm
Morín, E. (1999) “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”,
Correo de la UNESCO.

Rojas, R. (1992). Formación de investigadores educativos. México: Plaza y Valdés
Savater, F. (2001). Valores morales y valores científicos. Ciencias, julio-septiembre, (63) 4-10. Recuperado el 16 de febrero de 2011 de http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=64406301#
Silva, J. M. (2002). ¿Qué es eso de ética profesional?. Contaduría y Administración, abril-junio, 5-11. Recuperado el 16 de febrero de 2011 de http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=39520502#
Tarres y otros (2005). Educación en valores: un enfoque desde la investigación científica. Revista Iberoamericana de Educación. Recuperado el 18 de febrero de 2011 de http://www.rieoei.org/deloslectores/933Tarres.PDF
Trejo, R. (2001). La sociedad de la información. Revista Iberoamericana de Ciencias, Tecnología, Sociedad e Innovación, (1). Recuperado el 18 de febrero de 2011 de http://www.oei.es/revistactsi/numero1/trejo.htm#1a
Yurén, T. e Izquierdo, I. (2000). Ética y quehacer científico. de la estrategia identitaria a la estrategia polÍtica. Perfiles Educativos, abril-junio, (88). Recuperado el 17 de febrero de 2011 de http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=13208803#

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